El acompañamiento de las emociones en la escuela infantil
Hablemos del acompañamiento de las emociones en la escuela infantil, una fuente de riqueza y de aprendizaje. Saber identificarlas óptimamente es una tarea fundamental para el desarrollo integral, la salud mental y la felicidad de los niños y niñas.
Las emociones son una parte fundamental de la vida. Nos permiten expresarnos, comunicarnos, relacionarnos, aprender y crecer. Pero también pueden ser difíciles de gestionar, especialmente cuando somos pequeños y aún no tenemos las herramientas ni las palabras para entenderlas y regularlas.
Durante la primera infancia, se experimenta una amplia gama de emociones. Desde la alegría, la sorpresa, el afecto o la curiosidad, hasta la tristeza, la rabia, el miedo o la frustración. Estas son naturales y saludables, y reflejan el estado interior de los pequeños, sus necesidades y sus experiencias con el mundo exterior.
Pero aún no saben cómo identificarlas, expresarlas y regularlas de manera adecuada. Por eso, necesitan el acompañamiento y el apoyo de los adultos que los cuidan y los aman.
¿Cómo podemos acompañar los adultos las emociones de un modo respetuoso, sensible y efectivo? A continuación, ofrecemos algunas claves y recomendaciones para hacerlo posible.
PRIMER PASO: RECONOCER Y ACEPTAR LAS EMOCIONES
En esta tarea de acompañamiento, el primer paso es observar con atención a los niños y niñas, reconocer sus sentimientos y aceptarlos, lo cual implica:
- Observar atentamente el lenguaje corporal, las expresiones faciales, los sonidos y las palabras, para captar sus señales emocionales.
- No juzgarlas, criticarlas, ignorarlas o reprimirlas, sino entender que son una forma de comunicación y de expresión de sus necesidades y deseos.
- Validarlas y nombrarlas, para ayudarlos a reconocerlas y a ponerlas en palabras. Por ejemplo: “Veo que estás triste porque tu juguete se ha roto“, “Sé que estás enfadado porque no quieres ir a dormir” o “Te veo contento porque has hecho un dibujo muy bonito“.
- Mostrar empatía y afecto, para hacerlos sentir escuchados, comprendidos y amados. Por ejemplo: “Entiendo que te sientas así, yo también me he sentido así alguna vez” o “Estoy aquí contigo, si quieres un abrazo o una caricia, solo tienes que pedírmelo“.
SEGUNDO PASO: ACOMPAÑARLAS Y REGULARLAS
- Ofrecer un entorno seguro, estable y previsible, donde puedan expresarlas sin miedo ni vergüenza, y donde reciban el apoyo y la orientación de los adultos.
- Establecer unos límites claros, coherentes y respetuosos, que ayuden a los niños a canalizarlas de manera adecuada, sin hacerse daño ni hacer daño a los demás. Por ejemplo: “No puedes pegar a tu hermano cuando estás enfadado, pero puedes decirle que no te gusta lo que hace” o “No puedes tirar las cosas cuando estás frustrado, pero puedes pedir ayuda o buscar otra solución“.
- Dar ejemplo de cómo gestionamos nuestras emociones, mostrándoles que nosotros también las sentimos, las expresamos y las regulamos de manera saludable. Por ejemplo: “Hoy estoy un poco preocupado por el trabajo, por eso estoy un poco callado, pero no es culpa tuya“, “Hoy me he enfadado con tu padre, pero ya hemos hablado y nos hemos pedido perdón” y “Hoy estoy muy contento porque he recibido una buena noticia, y quiero celebrarlo con vosotros“.
TERCER PASO: FOMENTARLAS Y ESTIMULARLAS
- Ofrecer oportunidades y experiencias diversas, que les permitan conocerlas, explorarlas y expresarlas de manera creativa y lúdica, como leerles cuentos, cantar canciones o jugar a disfrazarse, entre otras.
- Potenciar las positivas como la alegría, el afecto, la curiosidad, la autoestima, etcétera, reconociendo sus éxitos, valorando sus esfuerzos, elogiando sus cualidades y compartiendo momentos agradables.
- Ayudarlos a comprender y a respetar las de los demás, fomentando su empatía, su tolerancia, cooperación y convivencia. Por ejemplo: “¿Cómo crees que se siente tu amigo cuando le quitas el juguete?“, “¿Cómo te gustaría que te trataran cuando estás triste?“, “¿Cómo podemos ayudar a tu hermana cuando está nerviosa?“.
Las emociones son una fuente de riqueza y de aprendizaje, y saber identificarlas óptimamente es una tarea fundamental para el desarrollo integral, para la salud mental y para la felicidad de los niños y niñas.
Rosa Garcia Roura. Educadora infantil y miembro del equipo de Comunicación e Innovación Pedagógica de Cavall de Cartró.