Las relaciones emocionales, claves en el proceso de familiarización en la escuela infantil
Crear vínculos de confianza y relaciones emocionales es básico para una buena acogida de los niños y niñas en las escuelas infantiles. Hacerlo de forma constante y gradual hace que ganen seguridad en el centro.
El inicio en la escuela se convierte en un período muy sensible debido a la cantidad de emociones y sentimientos que se mezclan, no sólo por parte de los niños y niñas –aunque son quienes lo viven con más intensidad–, sino también por la del resto de los agentes implicados.
Por un lado, nos encontramos con los más pequeños y sus familias, algunos de las cuales experimentan la separación por primera vez. En consecuencia, deben conocer nuevos espacios y nuevos adultos y, en ciertas ocasiones, esto genera incertidumbre. Por otra parte, también intervienen las personas educadoras de referencia y toda la comunidad educativa que forma parte del centro, las cuales deben crear nuevas sinergias entre la familia y la escuela.
En este contexto, el proceso de familiarización resulta imprescindible para el acompañamiento al niño y, para conseguirlo, es crucial establecer una relación de confianza sólida en el tiempo que ayude a detectar sus habilidades, conocimientos y niveles de socialización.
Recopilar aspectos diferenciales del niño o la niña, como son sus hábitos de sueño, de alimentación y todo lo que les padres o tutores quieran compartir, facilita que se pueda realizar un acompañamiento esmerado a lo largo de la etapa de familiarización.
EL PERIODO DE ACOGIMIENTO EMPIEZA ANTES DE LA ENTRADA EN LA ESCUELA INFANTIL
La bidireccionalidad entre los familiares y el equipo del centro comienza mucho antes de la entrada en la escuela, con las jornadas de puertas abiertas, la matriculación y posteriormente con el encuentro con quienes serán los adultos de referencia. Es justamente en estas reuniones cuando empiezan a tejerse los primeros vínculos con la familia y la base de lo que debe acabar siendo una relación de respeto, confianza y comunicación.
Recopilar aspectos diferenciales del niño o la niña –como son sus hábitos de sueño, de alimentación, situaciones particulares, y en definitiva, toda aquella información que los padres o tutores quieran compartir– facilita que se pueda hacer un acompañamiento cuidadoso y consciente largo de esta etapa.
También es una oportunidad para hacerles partícipes, desde el inicio, del proyecto del centro, de cómo serán los primeros días y los que vendrán, velando porque desde la escucha y el respeto se pueda hacer escuela de manera compartida .
LA FAMILIARIZACIÓN DEBE ACOMPAÑAR LAS NECESIDADES Y LOS TIEMPO DE CADA NIÑO Y NIÑA
Una buena relación emocional entre niños, sus iguales y los adultos, se construye de forma constante y gradual, lo que permite que, día tras día, se sientan más seguros.
No se trata de poner plazos, y teniendo en cuenta que cada persona es diferente, cada una puede expresar de manera diferente este proceso, como puede ser a través de la pérdida de hambre, de alteraciones del sueño, del llanto o de la tristeza, y la persona referente es quien debe recoger estos sentimientos y poder darles respuesta.