El movimiento libre en las escuelas infantiles
A través del movimiento, los niños y niñas descubren las posibilidades de su propio cuerpo y del entorno que les rodea.
Cuando hablamos de movimiento libre, nos referimos al hecho de dejar que desde la primera infancia se muevan independientemente, sin que el adulto intervenga. A través del movimiento, que surge de forma autónoma y espontánea, los niños y niñas descubren las posibilidades de su propio cuerpo y del entorno que les rodea.
Cuando nacemos, pasamos de un medio acuático a un medio en el que la fuerza de la gravedad supone un gran reto para el equilibrio. Y es por este motivo que debemos plantearnos cómo ayudar a los niños y niñas a que se sientan bien con su cuerpo y adquieran un buen dominio del mismo.
Para facilitar este aprendizaje, el adulto no debe forzar ninguna posición o movimiento del niño, como darle la vuelta o sentarlo, si no ha llegado por sí mismo.
Si hacemos esto, éste es incapaz de cambiar de postura él solo, ya que la posición de sus músculos no es natural. Esto puede interferir en su desarrollo motor, comprometiendo etapas como las de retar o gatear.
Por tanto, empujarlo a una postura para la que no está preparado, responde más a una preocupación del adulto que a una necesidad, debido a que cada criatura tiene su proceso madurativo. Empezar por respetar estas posturas, es el primer paso para hacerlo con todo lo que vendrá después.
Forzarlos a posturas para las que no están preparados responde más a una preocupación adulta que a una necesidad: cada criatura tiene su proceso madurativo.
FACILITEMOS A LOS NIÑOS Y NIÑAS EL MOVIMIENTO LIBRE
Con el fin de favorecer que alcancen por sí mismos las diferentes posiciones, debemos facilitarles un espacio lo suficientemente grande y seguro para que puedan, poco a poco, estar boca arriba, hacer el volteo, ponerse boca abajo, gatear y sentarse.
Más adelante, podremos colocar materiales y estructuras que promuevan el desarrollo de nuevas posiciones y desplazamientos, como es el momento de ponerse de pie, dando el valor a la actividad autónoma basada en la iniciativa, el interés y la satisfacción.
Del mismo modo, es recomendable evitar el uso de tronas, tumbonas ni otros objetos que puedan limitar el movimiento.
En este sentido, no se puede hablar de movimiento libre sin hablar de la pediatra húngara Emmi Pikler.
EMMI PIKLER Y EL MOVIMIENTO LIBRE
Nacida en 1902, se convirtió en la referente del desarrollo del movimiento libre, basado en la no intervención del adulto en el proceso motriz y en el trato respetuoso hacia el pequeño.
Emmi Pikler empezó a trabajar como pediatra de familia y después en un hogar de Budapest donde los niños no tenían padres o éstos no podían hacerse cargo. Creó un manual de aspectos de la crianza y de la vida cotidiana de los niños y niñas, de cómo ofrecerles relaciones de calidad y de cómo acompañarles mediante la observación, así como formas de interactuar con mobiliarios específicos, utensilios para comida o prendas.
Para garantizar una relación de calidad con el adulto es necesario respetar su actividad autónoma y sus ritmos individuales. Además, es de gran importancia cómo le hablamos, cómo le tocamos, nuestros gestos y nuestra mirada.
La forma en que nos relacionamos constituye un modelo educativo de referencia y es clave tanto para su desarrollo global como para conseguir una buena coordinación y armonía de movimiento. Establecer una relación de confianza con el niño crea el vínculo necesario para que pueda explorar el entorno con seguridad.
Rosa M. Garcia Roura está especializada en comunicación e innovación pedagógica y es integrante del equipo de comunicación de Cavall de Cartró.